RIQUEZA OTOÑAL
En esta época otoñal las niñas y los niños de nuestras ciudades y de nuestras aldeas, descubren la riqueza que nos llega con esta singular estación. A pesar de todos los recursos que hay en los centros educativos, ninguno es comparable y puede superar al de la propia Naturaleza que nos rodea y de la que formamos parte. Sus frutos, su colorido, sus especies animales y vegetales, las hojas formando un cálido manto en los senderos, la temperatura agradable en el ocaso de sus días y las gentes, las tradiciones y las costumbres de siempre, caen en las mentes de todos y penetran en los corazones de los más pequeños.
En la mayoría de los colegios de educación primaria de Galicia, los profesores hacen excursiones con sus alumnos para tener contacto directo con el medio Natural. Dentro de la programación de cada ciclo de primaria surgen circunstancias imprevistas que enriquecen los objetivos propuestos, con el fin de alcanzar las competencias básicas que cada discente debe adquirir. Al querer poner un ejemplo sencillo de dichos imprevistos, me cuentan que en la última salida al monte de una escuela cualquiera, a un lugar paradisíaco de nuestros parajes gallegos los alumnos encuentran un sapito perdido en una cuneta. Algo más adelante descubren entre algunas hierbas a un erizo que está muerto, probablemente pisado por un coche. Lo tocan, se lamentan y hasta quieren enterrarlo. Pero también encuentran setas desconocidas, bellotas, alguna agalla, castañas en su erizo y árboles, muchos árboles. Llegados al pueblo hablan con sus gentes; con los pocos que sobreviven en el medio rural. Es curioso que cuando preguntan a alguien cuántos vecinos son en el lugar, les respondan que en el fin de semana son 20 y que durante la semana solo 8. Los niños juegan con las hojas y suben a lo más alto de las piedras ante la atenta mirada de sus maestros que velan por los más pequeños, temiendo que alguno caiga como el Otoño.
El Otoño pasa en su incansable ciclo y en su inevitable “ de venir”, y parece que fue ayer para aquellos que ya no están en activo. Sin embargo, sus riquezas otoñales no caen en saco roto y otros podemos observar el ejemplo que nos transmiten. El sábado 18 de octubre de 2008 acudía a la invitación anual que un sindicato de profesores, ANPE, hace a través de este diario, La Región; así aparece en la agenda del día. Sin problemas de aforo, el Teatro Principal estaba a rebosar, y con el lógico retraso que causa el invitar a Autoridades, Políticos y demás familia, disfrutamos del merecido homenaje a l@s compañer@s que habían dedicado sus vidas a la profesión de enseñar, educar y formar. El Primer Otoño había llegado para todos ellos. Ese Otoño del “jubilum” =júbilo, alegría de ver generaciones formadas en unos valores positivos, obteniendo al fin, el fruto de ¡tantos Otoños!. A mi lado, dos maestras de las que desconozco el nombre me animaban a seguir adelante contándome sus pesares y en su día sus penalidades. Aplausos, música y canto, saludos y agradecimientos, y una tímida y perdida voz susurra desde atrás: “ está bien que un sindicato organice este evento, pero esto debía salir de la Administración Educativa...”. Gracias que este año el Secretario de la Consellería hizo acto de presencia, a pesar de que tuviese que “soportar la lección Magistral” del juez de menores más famoso de los conocidos, que habló de Educación. Los jueces saben mucho de eso. Con todo, y lejos de las lógicas diferencias ideológicas, esta buena idea del Homenaje ya va siendo hora que sea tomada por quien tenga la responsabilidad de administrar la Consellería de Educación cuando le toque, sea quien sea.
El Otoño llega para cada uno y algunos no quieren aprovecharlo. Quizás otro año. Quizás no lo conozcan bien. Quizás no les interese. Pero los niños y los profesores siempre lo disfrutarán, con sus canciones, sus juegos, sus frutos y su gran riqueza otoñal. Decía Albert Camus que el otoño es una segunda primavera en la que cada hoja es una flor. ¡Qué privilegio poder cultivar las flores de las futuras generaciones!.
En la mayoría de los colegios de educación primaria de Galicia, los profesores hacen excursiones con sus alumnos para tener contacto directo con el medio Natural. Dentro de la programación de cada ciclo de primaria surgen circunstancias imprevistas que enriquecen los objetivos propuestos, con el fin de alcanzar las competencias básicas que cada discente debe adquirir. Al querer poner un ejemplo sencillo de dichos imprevistos, me cuentan que en la última salida al monte de una escuela cualquiera, a un lugar paradisíaco de nuestros parajes gallegos los alumnos encuentran un sapito perdido en una cuneta. Algo más adelante descubren entre algunas hierbas a un erizo que está muerto, probablemente pisado por un coche. Lo tocan, se lamentan y hasta quieren enterrarlo. Pero también encuentran setas desconocidas, bellotas, alguna agalla, castañas en su erizo y árboles, muchos árboles. Llegados al pueblo hablan con sus gentes; con los pocos que sobreviven en el medio rural. Es curioso que cuando preguntan a alguien cuántos vecinos son en el lugar, les respondan que en el fin de semana son 20 y que durante la semana solo 8. Los niños juegan con las hojas y suben a lo más alto de las piedras ante la atenta mirada de sus maestros que velan por los más pequeños, temiendo que alguno caiga como el Otoño.
El Otoño pasa en su incansable ciclo y en su inevitable “ de venir”, y parece que fue ayer para aquellos que ya no están en activo. Sin embargo, sus riquezas otoñales no caen en saco roto y otros podemos observar el ejemplo que nos transmiten. El sábado 18 de octubre de 2008 acudía a la invitación anual que un sindicato de profesores, ANPE, hace a través de este diario, La Región; así aparece en la agenda del día. Sin problemas de aforo, el Teatro Principal estaba a rebosar, y con el lógico retraso que causa el invitar a Autoridades, Políticos y demás familia, disfrutamos del merecido homenaje a l@s compañer@s que habían dedicado sus vidas a la profesión de enseñar, educar y formar. El Primer Otoño había llegado para todos ellos. Ese Otoño del “jubilum” =júbilo, alegría de ver generaciones formadas en unos valores positivos, obteniendo al fin, el fruto de ¡tantos Otoños!. A mi lado, dos maestras de las que desconozco el nombre me animaban a seguir adelante contándome sus pesares y en su día sus penalidades. Aplausos, música y canto, saludos y agradecimientos, y una tímida y perdida voz susurra desde atrás: “ está bien que un sindicato organice este evento, pero esto debía salir de la Administración Educativa...”. Gracias que este año el Secretario de la Consellería hizo acto de presencia, a pesar de que tuviese que “soportar la lección Magistral” del juez de menores más famoso de los conocidos, que habló de Educación. Los jueces saben mucho de eso. Con todo, y lejos de las lógicas diferencias ideológicas, esta buena idea del Homenaje ya va siendo hora que sea tomada por quien tenga la responsabilidad de administrar la Consellería de Educación cuando le toque, sea quien sea.
El Otoño llega para cada uno y algunos no quieren aprovecharlo. Quizás otro año. Quizás no lo conozcan bien. Quizás no les interese. Pero los niños y los profesores siempre lo disfrutarán, con sus canciones, sus juegos, sus frutos y su gran riqueza otoñal. Decía Albert Camus que el otoño es una segunda primavera en la que cada hoja es una flor. ¡Qué privilegio poder cultivar las flores de las futuras generaciones!.
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