Los maestros de la A.T.E.O.

En estos tiempos en que los modelos de educación se hallan en entredicho, me he atrevido a sobrevolar sobre fabulosa documentación relativa a los maestros de la A.T.E.O. en Ourense, y en concreto, en sus 22 revistas editadas entre 1932 y 1933.
Mucho se ha hablado de las preocupaciones metodológicas y de cómo se debe enseñar. En la revista Escuela del Trabajo, de la ATEO, se animaba a que los docentes que realizaran ensayos con nuevos métodos, publicaran sus resultados y conclusiones en la revista antes citada, con la finalidad de difundir trabajos enfocados a la renovación, en consonancia con las Pedagogías del momento. Estamos en 1932, y ya desde el 16 de mayo de 1931, los obreros de la enseñanza, comienzan a asociarse, creando una agrupación la cual va estar ubicada en la Casa del Pueblo, en Ourense. El Magisterio, en general, miraba con desconfianza y desagrado al grupo de camaradas, unidos bajo ideas de progreso y cualquier acto de liberación del Magisterio. Consideraban los de la ATEO, que el Magisterio solo se había servido de sus entidades para “pedir mendigando; nunca exigir mereciendo”.
La ATEO era una asociación provincial de amplia ideología civil, con la constante en su práctica profesional, de espíritu renovador, progresivo y moderno. Dejaban bien claro que aunque estaban vinculados a la FETE (Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza), no habían contraído servilismo alguno con ellos, ni con ninguna otra asociación de carácter centralista.

Sus aspiraciones más inmediatas eran que su publicación mensual fuese adelante y que se crearan Secciones Comarcales hasta completar toda la provincia. Es curioso que su mentalidad fuese más avanzada que la de ahora, que todavía no hace una apuesta firme por las Comarcas. Así pues, con pocos medios, pero con mucho entusiasmo y valor propio de la juventud, continuaban adelante, no sin recordar a los asociados que liquidaran cuanto antes sus mensualidades. Para ello crearon un carné con sellos de cotización con el fin de agilizar los pagos y gestionar eficientemente las suscripciones de la revista.
Toda la organización estaba en función y alrededor del niño. El niño había estado y estaba esclavizado por una enseñanza religiosa que lo oprimía. Todo giraba en torno a un Cristo clavado en un madero, sangrante y justiciero. Los catecismos del P. Astete, los silabarios de San Antonio y una temible vara de fresno, eran considerados por los maestros de la ATEO como un material “pedagógico”, con el que había que acabar cuanto antes. Por otra parte, lo principal en la enseñanza, era la formación moral, la elaboración del carácter y la educación de la voluntad. Así se expresaba Antonio Cruceiro Freijomil, inspector de primera enseñanza. Estaban convencidos de que la religión no daba los valores positivos y por desgracia, actualmente, seguimos arrastrándola en nuestros Centros Educativos, donde nunca debiera haber estado. Era una demanda en 1932 y continúa siéndolo en el siglo XXI. ¿Quién sabe si el Estado aconfesional avanzará hacia un Estado laico?. Lo que sí sabemos, es que algunos, por mucho que sigamos luchando democráticamente por conseguirlo, nunca habremos aportado tanto como aquellos maestros de la ATEO, que dieron sus vidas por un Magisterio digno, por una escuela democrática y por la libertad de los niños. Libertad bien entendida, desde el ejercicio de pensar por si mismos, para elegir lo positivo, desde la praxis de la coherencia y dentro de su filosofía de vida personal.

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